jueves, 18 de agosto de 2016

GROOMING

                                    GROOMING

La llegada de Internet abrió las puertas a la comunicación instantánea, a la creación de redes sociales, foros, lugares de intercambio en la red, etcétera. Con sus pros y sus contras. Siempre se pone el acento en las facilidades que han traído las tres W pero, ¿qué consecuencias negativas ha podido tener? Te explicamos qué es el "grooming".
  
El término proviene del inglés "groom" que significa acicalar o cepillar en caso de animales. Sin embargo, según la definición de Wikipedia (la real academia Española todavía no ha incluido el término en su diccionario), el "grooming" es "un nuevo tipo de problema relativo a la seguridad de los menores en Internet, consistente en acciones deliberadas por parte de un adulto de cara a establecer lazos de amistad con un niño o niña en Internet, con el objetivo de obtener una satisfacción sexual mediante imágenes eróticas o pornográficas del menor o incluso como preparación para un encuentro sexual".

  Grooming:
Acoso a menores en la red

Podemos definir Grooming de manera sencilla como el conjunto de estrategias que una persona adulta desarrolla para ganarse la confianza del menor a través de Internet con el fin último de obtener concesiones de índole sexual. Hablamos entonces de acoso sexual a menores en la Red y el término completo sería child grooming o internet grooming. Desde un acercamiento lleno de empatía y/o engaños se pasa al chantaje más cruento para obtener imágenes comprometidas del menor y, en casos extremos, pretender un encuentro en persona. El daño psicológico que sufren niños, niñas y adolescentes atrapados en estas circunstancias es enorme.
Como ocurre con muchos otras palabras, máxime cuando son referidas a fenómenos recientes relacionados con Internet, en ocasiones se usa de manera equivocada o, cuando menos, algo distinta. Sea el criterio anteriormente expuesto al que nos referimos en las siguientes líneas.
                 
 UN PROBLEMA MÁS GRANDE        PARA LOS PEQUEÑOS

No hay datos ciertos de su incidencia en nuestras sociedad, tanto por ser una cuestión reciente como por su rápida evolución. No consta que haya un cómputo expreso de las denuncias relacionadas recibidas por los diversos cuerpos y fuerzas de seguridad No hay datos ciertos de su incidencia en nuestras sociedad, tanto por ser una cuestión reciente como por su del Estado implicados. Y, aunque así fuera quedarían, muy a nuestro pesar, un grueso ingente de casos que o bien no son denunciados por los adultos responsables (por las implicaciones emocionales y para la intimidad del menor) o bien nunca llegan a ser conocidos por éstos. No hay magnitudes y nos hemos de conformar con conjeturas construidas a partir de sucesos concretos, haciendo uso de la extrapolación y de una pretendida intuición.
Sirva como ejemplo el conocido caso de un pederasta que operaba desde un país latinoamericano. Poseía colecciones de imágenes de más de 70 niñas de diversos países. Diez de ellas eran españolas y sólo constaban denuncias de tres.
Otro dato simbólico son las crecientes operaciones contra la pornografía infantil. A pesar de su comunicación en medios de comunicación con fines disuasorios, los casos son cada vez más abundantes. Es simple, significa que hay mucha demanda de pornografía infantil, esto es, muchos consumidores y muchos menores implicados. La pornografía infantil, en tanto que prohibida, mueve grandes cantidades de dinero y, en consecuencia, llama la atención de “mafias mayoristas” que crean el material, por lo general, en países donde la protección de la infancia no alcanza unas cotas mínimas y existe prostitución infantil. No es nuestro caso, pero ocurre que hay otro tipo de material pornográfico infantil que es el generado por pedófilos y pederastas para su propia satisfacción y como moneda de cambio en los circuitos donde se mueven estas imágenes. Podríamos deducir de todo esto que hay una producción creciente de pornografía infantil que es obtenida, también, por pedófilos particulares y anónimos que se nutren de nuestros hogares.


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